Me planteo la siguiente reflexión (pensar es libre).
Imagino que desaparecen las Diputaciones Forales del País Vasco. Imagino que todos los funcionarios y personas contratadas por ellas pasan a depender del cargo político correspondiente del Gobierno Vasco, céteris páribus. Sin más cambios, sin ningún proceso de optimización ni eliminación de duplicidades. Tal cual están. Más sencillo, imposible.
Y a partir de aquí pienso en qué me podría afectar esto a mi como ciudadano. Y el único impacto que soy capaz de identificar es que, en conjunto, los contribuyentes del País Vasco nos ahorraríamos entre 7,5 y 12 millones de Euros al año. Lo que dejaríamos de pagar en kilometraje, dietas de asistencia a plenos y comisiones, desembolsos por junteros / apoderados, por grupo político, por salarios de presidentes, secretarios, miembros de mesa, liberados, por la parte proporcional del coste de las elecciones que dejarían de celebrarse.
A parte de esto, no soy capaz de identificar ningún otro impacto real (salvo mejoras en coordinación en aspectos a caballo entre Diputaciones y Gobierno Vasco, que se lo digan si no a los vecinos de Galdakao con la lanzadera).
Y aunque a priori suene cuando menos extraño que me presente a unas elecciones de un órgano del que pido su desaparición, lo que no me imagino es a ninguno de los demás partidos planteándolo (habría ‘menos puestos de trabajo’ para los políticos).
Por suerte o por desgracia, creo que la política sólo se cambia desde dentro.
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