lunes, 9 de mayo de 2011

Del corazón a la razón.

Con el corazón.

Desearía que los anuncios aparecidos en los últimos meses en el entorno de ETA fueran ciertos e indicarán de manera inequívoca que los que han amparado la violencia se han dado cuenta de que esa no es la vía, que en una democracia real se puede y se debe hablar de todo lo que interese a los ciudadanos, cumpliendo escrupulosamente un principio básico de convivencia, el respeto por el otro.


Con la razón.

No me creo que sea cierto. Y si lo es, que me perdonen por no creerlo, pero aplico el cuento de ‘Pedro y el lobo’. La confianza es algo muy fácil de romper y muy difícil de generar. Y en el caso de los violentos han sido demasiadas ocasiones amagando con un cambio de mentalidad trastocado de manera trágica.


¿Quieren que les creamos?

Yo, por lo menos, necesito ver comportamientos inequívocos y concluyentes.

Y no es inequívoco el no arrepentirse de las victimas que han quedado en el camino (ni honrado el chantajear con un ‘no me arrepiento si tu no te arrepientes’). Un arrepentimiento propio y honesto por todo el daño hecho si sería un comportamiento inequívoco. Y además sería la clave para el perdón.

No es inequívoco el decir que como a partir de ahora ya no se va a emplear la violencia se ha dejado de ser una organización terrorista (es como decir que Charles Manson ha dejado de ser un asesino en serie porque, al estar en la cárcel, ya no asesina). Renunciar de manera pública a la violencia como medio de conseguir un fin si sería un comportamiento inequívoco.

No es inequívoco el que se encuentre casi una tonelada de explosivos escondidos en un caserío. Si sería un comportamiento inequívoco el hacer entrega de todas las armas y explosivos.


Mientras estos comportamientos inequívocos no lleguen no creo que el entorno de ETA se haya ganado el derecho a estar representado en instituciones democráticas. Aunque este es mi modesto parecer y no el del Tribunal Constitucional.

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